Tu guardian interno

Tu mayor “gatekeeper” no está fuera: vive en tu estudio y habla con tu voz, disfrazado de prudencia, perfeccionismo y comparación. No hace falta despedirlo, hay que reasignarle el rol: de censor a consejero que pregunta si la pieza comunica con integridad. Trabaja en modo experimento continuo: muestra proceso, piensa en cuerpo de obra, acepta la variabilidad de atención. La coherencia que importa es ética. Recuerda: la atención es un medio para crear relación, la trayectoria se escribe publicando, y el guardián interno no quiere tu excelencia; quiere tu silencio.

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